por Elvira Hernández. Capítulo I, artículo 1°, primera línea: Ya que nacemos de mujer y con ese puro acto de nacer nos incorporamos a la vida y a la sociedad –hombres y mujeres– bajo la dignidad de personas, es decir, como sujetos legales en igualdad de derechos, sería deseable que nuestra igualdad en la diversidad se materializara y se mantuviera sin variaciones hasta el final de la vida. Que la sociedad hiciera esfuerzos por sostener esa igualdad y garantizarla. La vida humana no es vidorra aunque muchos lo crean. Sería deseable también, que no hubiera usurpación de derechos de los nacidos por parte de los no-nacidos, porque ver la luz y entrar al mundo y hacer ingreso en la sociedad no es lo mismo que no hacerlo. Y porque al no diferenciarse el nato del nonato en forma taxativa, se pone en riesgo la libertad de la mujer.
Elvira Hernández, poeta